La Estancia

Viñedos, bosques, huerta y ganado conviven en un ecosistema productivo, no decorativo.
Una estancia viva que guarda cinco siglos de memoria: de los pueblos originarios hasta la vitivinicultura contemporánea.

La Estancia

Ancón tiene otros tiempos. Almas despiertas, espíritus sosegados. Una oda a la paciencia, al esfuerzo y a la contemplación.
La estancia es fruto del trabajo, del amor y del legado. Pionera en su concepción, integra más de cuatro siglos de historia productiva.
Antes del ganado inglés y del Malbec, esta tierra ya era cultivada por los Huarpes e Incas. En quechua, An significa alma; Kon, el dios de la lluvia y el viento. En griego, Ancón es el espacio entre colinas.
Fundada en 1610 por el Capitán Juan Luis de Guevara, más tarde pasó a Toribio Barrionuevo y de allí a su nieta, Lucila Barrionuevo.
Hoy, la estancia se extiende al pie del Cordón del Plata, con nogales, cerezos, ganado Aberdeen Angus y viñedos a más de 1.400 msnm.
Restaurada tras el matrimonio Bombal–Bailey en 1994, sigue viva, productiva y hospitalaria.

Un legado que respira en presente.